El abandono explícito de Playa Chica entre ruinas se transformó en la estructura propicia para que personas en situación de calle se refugien del frío, el calor y su propia realidad: la falta de un techo.
Frente a las lujosas torres de César Pelli todavía en construcción y justo sobre el punto en el que falleció Lucía Bernaola en un fatal siniestro vial, a 20 metros del mar y entre los árboles hay carpas armadas con lonas, ramas u piedras que funcionan como refugio para algunos indigentes.
Sin contención social, quienes allí subsisten lo hacen con un relativo orden y cuidado de la higiene. Entre las pertenencias desperdigadas se observan alimentos, libros, ropas, cepillos para lavar la ropa, utensilios de cocina y hasta una parrilla hecha con el radiador de una heladera.